Esta publicación presenta tres artículos del geógrafo e historiador Pedro Cunill Grau (1935-2023), cuya visión sobre el país, plasmada a finales del siglo XX, sigue siendo sorprendentemente relevante en el contexto actual. Su legado, que incluye un profundo amor por Venezuela y la pasión por la geografía y la historia como ciencias al servicio de la sociedad, sigue inspirando a quienes tuvimos el privilegio de ser sus alumnos. Los artículos que aquí se presentan forman parte de la obra Venezuela: Geohistoria y Futuro. Ensayos en honor a Pedro Cunill Grau, publicada en 1997 por el Fondo Editorial de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. En la presentación de este libro, el exdecano de la Facultad, Igor Molina, describe a Cunill Grau como un «viajero incansable, explorador del trópico, batallador pertinaz, que ha trocado el ocio en sabiduría». Esta obra reúne tanto las reflexiones de sus colegas y discípulos como algunos de sus propios artículos publicados en la prensa nacional.
Pedro Cunill Grau
(Santiago de Chile, 1935-Caracas, 2023)
«viajero incansable, explorador del trópico, batallador pertinaz, que ha trocado el ocio en sabiduría»

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Vuelta de Hoja / Venezuela: Geohistoria y Futuro
A continuación, se presenta un texto de J.A. De Armas Chitty dedicado al profesor Pedro Cunill, publicado en el diario El Nacional el sábado 13 de noviembre de 1982 y en la obra Venezuela: Geohistoria y Futuro:
Pedro Cunill Grau llegó un día cualquiera a Venezuela, de su Chile nativo. Traía varios volúmenes publicados, volúmenes de geografía, pues su pasión es asomarse al paisaje, auscultarlo, para indagar todo lo que la ciencia moderna ofrece con tal disciplina. El hecho de que aquí existan buenos geógrafos, fue para él, estímulo.
Su bibliografía pasa de 60 títulos y tenemos entendido que el último es La diversidad territorial, base del desarrollo venezolano. Caracas, 1981, dentro de la serie de los Cuadernos Lagovén, la estupenda colección que edita esta empresa.

Su bibliografía pasa de 60 títulos…
«Pedro Cunill Grau comentó que GeoVenezuela es una obra colectiva innovadora que logra develar las potencialidades de los múltiples paisajes del país»
Toda la obra de Cunill Grau es didáctica, obliga al lector a explicar la importancia de la geografía, ya como ayuda o complemento de la historia, ya como factor esencial como él lo ha dicho del desarrollo de un pueblo. Es hermosa y noble la acción de este geógrafo que ingresa a la Academia de Historia de Chile con un trabajo sobre Venezuela (debemos decir que es correspondiente de la nuestra).
Esta obra Diversidad territorial, por su carácter pedagógico, debiera ser explicada en centros educativos, tal es su fe venezolana. Y no son solamente las fotografías que desnudan paisajes, sino el análisis económico que el autor hace de las zonas que estudia; la exposición en torno a las riquezas latentes en cada parcela que agobian verdes distintos.
Cuánta lección de patria nos ofrece este hombre afable, cordial, que vive en función de dar, de decirnos con frescas palabras cómo es Venezuela, cómo se la debe mirar y ver. Sí. Una lección perenne a tanto venezolano desaforado que sale a ver las Cataratas del Niágara olvidando las caídas del Caroní; tanto venezolano encandilado por lo extranjero que se deleita ante los llanos y montañas de otros países, empeñándose en desconocer la honda belleza de nuestras montañas: Mérida, Tamá, Caripe, Guatopo, Macaira, Turi-miquire, Perijá, Pacaraima, Maygualida, Tapirapecó, Unturán, Roraima y el llano, que acordona un horizonte desde Uracoa al Uribante.
Cunill Grau es coordinador académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central, un acierto del paisano y decano Roberto Ruiz. Aquí realiza labor de acercamiento y armonía, orienta a unos, aconseja a otros, y lo hace sin distingos, con la decisión permanente de servir, de ser útil. Cuánto ganaría Venezuela si todos los que llegan del sur tuviesen la energía y la proyección cordial de este hombre que a través del lente geográfico congrega paisajes que luego explica científicamente.
Cunill Grau es hombre geografía. Desde hace dieciocho años, cuando le invitó la Universidad Central, fue vencido por el hálito de esta tierra cuyas angustias y esperanzas hace propias.
Por todo, aplaudimos su eficacia y pensamos que Venezuela ha ganado para sí a un hombre de bien.
Ensayos de Pedro Cunill Grau publicados en Venezuela: Geohistoria y Futuro
Los tres artículos que siguen son una invitación a la reflexión. Su lectura y análisis detallados son fundamentales no solo para enriquecer nuestro conocimiento, sino también para comprender la persistencia de elementos del siglo XX en la realidad venezolana actual, elementos que debemos discernir y trascender para construir el país del futuro.
1. Geografía: base de la nación
Para quienes seguimos creyendo en el porvenir inmediato de Venezuela es fundamental irradiar a la opinión pública el sentido positivo de su geografía física y humana. Es un don de base que posibilitará con una adecuada conducción estatal, regional, municipal y privada, la consolidación de una de las naciones más promisorias del planeta. La juventud actual debería acceder, a través de la educación formal e informal, a un detenido estudio de las extraordinarias opciones que proporcionan las bases geográficas de la nación para resolver con acierto en pocos años el subdesarrollo nacional.
Con arduo trabajo y amplio sentido de equidad socioeconómica el territorio puede dar prosperidad a las actuales generaciones y a sus descendientes. No hay ninguna razón para caer en la desesperanza o en estados confusos de ánimo, con alteraciones extremas de la conducta.
No se puede avanzar con la abrumación de absurdos pesimismos, que acoplan a Venezuela a las naciones más pobres del Quinto Mundo, ni con afiebrados mesianismos, que exigen ingentes sacrificios para asegurar una utópica felicidad en espacios celestes imaginarios. Agoreros frustrados se unen a personajes histéricos para predecir anuncios de desdichas inevitables en un territorio que no ofrecería posibilidades, ni por su gente ni por sus recursos.
Ante este clímax del desastre sólo quedaría la resignación del impotente o el éxodo rápido a pseudos paraísos de tranquilidad en el extranjero. La incapacidad de engendrar un país dinámico, partiendo de su realidad geográfica, está conduciendo al inmovilismo espacial, donde todo se resuelve en operaciones de sobrevivencia a corto plazo.
No desconocemos que estamos en momentos difíciles; sin embargo, todavía estamos a tiempo de revalorizar las ventajas que ofrece la geografía del país, para convertirla a corto plazo en una potencia media, asegurando a sus habitantes una adecuada calidad de vida, superándose las injustas situaciones de pobreza crítica. Para ello hay que lograr una amplia conciliación nacional, sumándose esfuerzos de sectores excluidos del poder contingente e incorporando gente joven y mentes lúcidas a la gerencia del ordenamiento y maximización del territorio, a escala nacional, regional y local.
Ello no sería imposible, puesto que aún en los últimos años de este siglo y en los primeros del próximo continuaremos, en el plano mundial, en la era del petróleo, del gas natural y de la energía convencional. A este respecto, Venezuela cuenta con ventajas extraordinarias con promisorias reservas de todo tipo de hidrocarburos y con expectativas notables en hidroelectricidad, carbón, bitúmenes y otras fuentes energéticas. A precios razonables en el mercado interno este capital energético puede contribuir a desenvolver importantes focos de industria manufacturera, de transformación de materias primas, de servicios y de transportes.
En palabras muy sencillas y realistas, toda mujer y hombre podrían tener trabajo asegurado y bien remunerado, de movilizarse cuidadosamente sus reservas energéticas y minerales. Más aún, cuando importantes personeros se desvelan en conseguir magros recursos monetarios foráneos, sería conveniente que habilitaran a la brevedad una casa de moneda para amonedar el abundante oro guayanés y depositarlo en el Banco Central de Venezuela.
En estos tiempos transicionales, de ser debidamente preservados los bellos paisajes naturales, en especial, los playeros, andinos, guayaneses y sabaneros, podrían ser la base territorial de una adecuada movilización económica del ecoturismo, que atraería a millones de habitantes de países industrializados, que ya no cuentan con gratos ambientes silvestres. Obviamente, hay millares de otras opciones especiales, todas las cuales pueden contribuir a enraizar en los diversos terruños regionales a mujeres y hombres innovadores.
En estos tiempos transicionales, de ser debidamente preservados los bellos paisajes naturales, en especial, los playeros, andinos, guayaneses y sabaneros, podrían ser la base territorial de una adecuada movilización económica del ecoturismo.

Más tarde, en las primeras décadas del siglo XXI, se abrirá un extenso período histórico caracterizado por la crisis de alimentos y agua. Asimismo, en ambos rubros Venezuela cuenta con una sólida base geográfica, expresada en adecuados suelos, abundantes reservas acuíferas e ictiológicas, numerosas asociaciones de cultivos y de ganadería tropical, autóctona e introducida.
Estos recursos, acompañados con el manejo sustentable de la biodiversidad silvestre, pueden dar concreción a una plena independencia alimentaria e incluso posibilitar la agroexportación masiva. Todo ello se expresaría simultáneamente en inéditas formas de trabajo para la juventud del temprano siglo XXI, junto a otras actividades innovadoras de biotecnología, industrias de materiales nuevos y varias más que dependerán de la capacidad tecnológica de las generaciones actuales y del porvenir.
Consideramos que es urgente revalorizar la importancia de la geografía como base de la nación del futuro. En caso contrario, los mejores espacios del territorio servirán sólo como enclaves extractivos o aliviaderos ocasionales para ociosos y desempleados.
PEDRO CUNILL GRAU
El Nacional. Página A-6 Opinión. Miércoles 17 de enero de 1996
2. Territorialidad de juventudes
Aparentemente no se experimentan signos visibles en paisajes urbanos y rurales del descenso de la importancia relativa de la población joven; sin embargo, ojos avizores pueden observar inicios de situaciones espaciales de despoblamiento y desatención juvenil.
Aunque la tasa de crecimiento demográfico es aun moderadamente alta, Venezuela está bajando su potencialidad geográfica de país joven. Todavía se está lejos de ser una nación envejecida, pero la realidad nos está enfrentando al desafío de un mayor cuidado del bienestar, capacitación, participación y protección del potencial de niños y jóvenes, recursos humanos con tendencia a la disminución relativa en función de la población total.
En este contexto llama la atención la falta de criterios actuales y prospectivos en el ámbito de una geografía voluntaria para conformar la Venezuela posible, en enfrentar la carencia de territorialidad de juventudes, espacios para satisfacer las necesidades básicas de una adecuada calidad de vida a alrededor de 7.551.000 niños menores de quince años, y 3.870.000 jóvenes entre quince y veinticuatro años de edad.
Debería ser prioritaria la extensión de territorios innovadores para la educación en los diferentes tipos de enseñanza. Rutinarios burócratas, engarzados en interminables discusiones de política menor o de gremialismo de ocasión, están olvidando una de sus funciones en la conformación de adecuados espacios para el estudio, la creación científica, humanística, artística y la capacitación para el trabajo, requerimientos absolutamente diferentes ante las nuevas situaciones culturales y tecnológicas que se están desencadenando a escala planetaria.
En forma simultánea deberían difundirse en todo el territorio nacional los establecimientos donde se imparte enseñanza especial, refugios de protección para infancia maltratada, centros de rehabilitación. En estos establecimientos el respeto a los derechos de niños y jóvenes deberían estar preservados en ambientes territoriales gratos y sanos.

«Tampoco se habilitan espacios de encuentros para estos niños y jóvenes, en especial para los sectores más desposeídos, jóvenes adolescentes no tienen la seguridad y la protección en parques públicos y espacios abiertos para sus encuentros casuales, amistades y amores».
Igualmente es inexplicable que no se adelanten audaces creaciones masivas de nuevos territorios de recreación y deporte, para contribuir al disfrute del tiempo libre de estas generaciones jóvenes. Pareciera evidenciarse una convergencia de inmovilismo prospectivo entre responsables gubernamentales, estadales, municipales y locales, lo que está conduciendo inexorablemente al incremento del escepticismo juvenil ante promesas jamás cumplidas. Calzadas, calles, sitios eriazos y otros espacios no acondicionados, se van utilizando espontáneamente para estas actividades, mientras se dilapidan caudales públicos en saraos, encuentros, congresillos y seminarios, sin ningún destino, salvo el momentáneo fulgor del populismo del dirigente de turno.
Tampoco se habilitan espacios de encuentros para estos niños y jóvenes, en especial para los sectores más desposeídos, jóvenes adolescentes no tienen la seguridad y la protección en parques públicos y espacios abiertos para sus encuentros casuales, amistades y amores.
La sana intimidad en contacto con la naturaleza es trastocada por contactos furtivos en sitios congestionados de centros comerciales, aptos para el consumismo y la cultura del automóvil, o en espacios cerrados de peligrosos centros nocturnos, donde campean drogas, alcohol, promiscuidad, en función del lucro abusivo. Incluso, entre otros muchos casos, se observan instituciones sindicales interesarse en la gestión hotelera internacional, sin preocuparse, en cambio en habilitar paradores turísticos populares y campamentos de turismo de aventura para los hijos de los trabajadores.
Además, hay una falta de sentido para aprovechar las ventajas que tiene el territorio nacional para albergar y dar trabajo a la juventud. El país tiene potencialidad demográfica interna para incrementar colonizaciones juveniles hacia nuevos territorios, como se evidencia actualmente en varios países; sin embargo, hasta la fecha, no se implementan acciones espaciales en este sentido, que impedirían a la juventud entramparse en la desocupación y en la economía informal.
También se debería estimular la formación de cuerpos de cooperantes, para que muchos jóvenes obreros, estudiantes, profesionales, tengan la posibilidad de contribuir con su participación a mejorar las condiciones de vida de habitantes de barrios subintegrados y pequeñas comunidades.
En la juventud venezolana hay reservas innovadoras que esperan los adecuados estímulos para sumarse en los diversos territorios del país a la plena participación socioeconómica y cultural.
Esta territorialidad de juventudes puede expresarse en numerosas opciones de valor de estos estratos poblacionales, superando con sus diversas expectativas de creaciones espaciales las tendencias inmediatistas de imitativos espacios del consumismo y del hedonismo, que a corto plazo sólo incrementarán el descontento, el fastidio, la frustración y la violencia.
PEDRO CUNILL GRAU
El Nacional. Martes 24 de abril de 1990
3. Venezuela: Geohistoria y Futuro
Somos profundamente optimistas acerca de la grandeza del porvenir venezolano. En ello nos afianzamos no sólo en las virtualidades de sus paisajes naturales y de sus materias primas sino asimismo en el vigor de sus soterradas raíces geohistóricas.
El futuro desarrollo de Venezuela, superándose las actuales situaciones transicionales de atribulación económica, violencia y distorsión sociocultural, será muy pronto asunto de nuevas generaciones de profesionales, intelectuales, obreros, industriales, comerciantes y otros actores sociales, formados en liceos, universidades, tecnológicos y otras instituciones surgidas y financiadas con los recursos del país petrolero, que hoy es denostado injustamente, olvidándose de su gran legado geohistórico que en sólo siete décadas nos ha dejado una estupenda infraestructura física, expresada en red de carreteras y autopistas, espectaculares puentes, enormes aeropuertos, avanzada industria petroquímica, óptimo desarrollo hidroeléctrico, industrias pesadas del acero, aluminio, cemento y carbón, parques industriales de manufacturas livianas en la mayoría de las ciudades, junto con la movilización masiva de plantaciones agrícolas gracias al desenvolvimiento de la investigación aplicada y a una serie de complejas obras de irrigación y saneamiento territorial. Más aún, ningún viandante de los años 50 podría reconocer el paisaje llanero en los sectores de pinares en Monagas o en los hatos modernizados del Sur del Lago o de los llanos altos.
«Somos profundamente optimistas acerca de la grandeza del porvenir venezolano«

Todo este capital de la Venezuela petrolera debidamente gerenciado por nuevos recursos humanos, una vez que se resolviera su política económica y administrativa, podría reciclarse rápidamente y conformar la base socioeconómica de una nueva nación, que podría insurgir a corto plazo como potencia media a escala latinoamericana y caribeña.
No hace falta ningún análisis demasiado complejo para constatar, en las realidades del nuevo orden mundial expresadas en ensayos y visitas estratégicas, el interés por países industrializados y transnacionales de recursos energéticos, agropecuarios, pesqueros, mineros y turísticos venezolanos, desatándose compromisos en crecientes para asociarse en su explotación e industrialización. Estas negociaciones serán arduas, debiéndose llevar con un sostenido interés en el futuro de Venezuela, asegurando su viabilidad e integridad nacional.
En este aspecto la geohistoria nos da una clave segura, puesto que en el interior del país se emplaza una Venezuela dinámica, donde se han afianzado vitales fuerzas demográficas y económicas por la gran variedad de su especificidad regional y vigor del mestizaje entre la población criolla y las corrientes inmigratorias europeas y americanas.
La grande y sostenida expansión en Lara, Zulia, Carabobo, Aragua, Táchira y otros estados no es nueva, puesto que se afirma en su identidad provincial que deriva de los tiempos coloniales hispánicos y decimonónicos republicanos.
En estas regiones de la Venezuela profunda ha existido una activa vida cultural y económica que posibilitó, con recursos propios y labor de pioneros locales, empresas tan notables como la movilización petrolera del Táchira, la industrialización y exportación del tasajo de Anzoátegui, los trenes de pesquería en Margarita, la implementación de añilería, algodoneras, tabacalerías e ingenios azucareros, junto con innovadores talleres y establecimientos metalmecánicos, en Carabobo y Aragua, o la producción y comercialización cafetalera a través del tráfico andino y zuliano que culminaba en Alemania.

«La grande y sostenida expansión en Lara, Zulia, Carabobo, Aragua, Táchira y otros estados no es nueva, puesto que se afirma en su identidad provincial que deriva de los tiempos coloniales hispánicos y decimonónicos republicanos».
A ello se agregó la irrupción del poblamiento de gente aventurera e innovadora en los estados Bolívar, Guárico, Monagas, Sucre, Apure y otros. Allí, en las riberas del Orinoco, se formó en el temprano siglo XIX una dinámica dirigencia regional, que hizo avanzar la frontera interna a un ritmo sumamente rápido, comparable al que se daba coetáneamente en la conquista del Oeste norteamericano.
Familias provinciales movilizaron la sarrapia, el balatá, las maderas preciosas, diversos productos de farmacopea natural, pieles y cueros, las plumas de garza, el oro guayanés, mientras que criollos y corsos, ampliaban las plantaciones cacaoteras en la península de Paria y otros pioneros avanzaban en las mesas de Monagas e hinterland de Sucre.
Coetáneamente se estructuraba la conformación del eje Apure-Orinoco con la consolidación de múltiples puertos fluviales como el Baúl, Puerto Nutrias, Guasdualito y otros, que recién ahora comienzan a ser revitalizados.
Más modernamente, en la primera mitad del siglo actual, fueron mujeres y hombres del país e inmigrantes quienes lograron el avance de la conquista de Portuguesa y Barinas, hoy granero nacional, y las plantaciones arroceras de Guárico, mientras que industriales de origen italiano desarrollaban manufacturas de productos de excepción, como zapatería fina, conservas alimenticias y textileras de moda. En otros rubros productivos se sumaron inmigrantes provenientes del Cercano Oriente, Europa Central, América andina, Europa ibérica.
Estas raíces geohistóricas productivas nos prueban el vigor económico que pueden lograr los venezolanos, al seguir integrando viejas y nuevas capas étnicas en el desenvolvimiento territorial y en el mejoramiento de la calidad de vida. Hay una rica tradición geohistórica que posibilitará enfrentar el futuro desafío del siglo XXI. Por la geohistoria y la mancomunidad nacional en el trabajo el porvenir de Venezuela logrará un sitial expectable en el nuevo mapa del mundo.
PEDRO CUNILL GRAU
El Globo. Caracas, sábado 1 de junio de 1996
Referencias
Fondo Editoral de la Facultad de Humanidades y Educación Universidad Central de Venezuela (1997). Venezuela: Geohistoria y Futuro. Ensayo en honor a Pedro Cunill Grau. Caracas.